Coral
Hay noches en las que las letras y la lluvia suelen ser tu única compañía, noches de 32° que lo único que hacen es traerte leves recuerdos de tus decisiones, te detienes horas a pensar en qué has o quien has desperdiciado tu tiempo y tu juventud, has cometido errores, tantos como niños con hambre en el mundo, pero sabes que no es momento para arrepentimientos, para todo hay una primera vez y hay cosas que solo suceden esa sola vez y eso no es otra cosa más que aprender a vivir, aprender de las caídas, levantarte y seguir con la frente en alto, saber que si ayer hiciste algo que no debiste haber hecho de aquí en adelante no se debe repetir, enseñarle a quienes te conocen que la primera impresión a veces no es la que vale, demuéstrales que hay más dentro ti, que no eres solo lo que traes puesto o la ropa que te quiten.
A veces nos dejamos llevar por emociones del momento y no pensamos en las consecuencias de nuestros actos, también nos volvemos jueces de quienes cometen errores diferentes a los nuestros y los señalamos olvidando que lo dedos sobrantes no señalan a nosotros mismos.
CORAL
Ella se quitó el uniforme del colegio para nunca más volvérselo a poner, al mirar su cuerpo desnudo frente al espejo descubrió que no era la misma niña detrás del vestido con jardinera de cuadros, se puso unos jeans, camiseta, zapatos nuevos y un morral universitario, era la típica adolescente que yo siempre admiraría, inteligente, educada, loca y extrovertida, también era una mujer soñadora y como muchas también creía en el amor.
Coral tiene 17 años, cree tener todo claro en su vida, su prioridad es ser feliz y compartir siempre esa felicidad, para ella el amor, no es como en las novelas quizá por eso no le gusta verlas, para ella el amor es algo sublime, algo mágico, es el respeto al ser humano, a la naturaleza, a la vida, ella no está desesperada por encontrar a quien amar ni quien le ame, sus prioridades son otras, pero como nadie sabe lo que le depara el futuro, la pequeña niña estaba sentada en un establecimiento público de la Villa de Asís y de repente él llegó, yo diría que de la nada.
No lo estaba esperando, no sabía quien era, pero ese día descubrió en sus ojos algo especial, a partir de ese día todo su mundo cambió, supo que ya nunca nada volvería a ser igual, su concepto del amor se desvaneció totalmente, averiguó por todas las fuentes posibles quién podría ser él, todas las respuestas apuntaban a que él no era el hombre para ella, no era lo que merecía, pero como una chiquilla rebelde y terca se lanzó al precipicio sin paracaídas.
Coral nunca conoció a un hombre diferente a él, a todos siempre los rechazó, les buscaba defectos para no estar con ellos, lo que nadie sabe es que ella en silencio se enamoró y escribió cartas de amor que nunca entregó.
Hoy Coral tiene 23 años, tú la miras y crees que no le hace falta nada en la vida, pero si la ves descubrirás que en su mirada refleja el vacío que hay en su corazón, ella ha intentado amar a otras personas, a otros cuerpos, pero han sido más las veces que ha intentado cerrar su corazón, cada lágrima le recuerda que el amor es como una flecha en doble sentido, el amor es o no es, si de verdad es amor, tú das pero también recibes, si es en un solo sentido, nunca lo fue y nunca lo será, al menos no de verdad ni mucho menos para ella, no se puede querer a quien nunca te ha querido, aprendió que donde no se siente querida no se puede estar más.
Cada noche, por cada lágrima derramada promete que el día que encuentre el verdadero amor, borrará cada cicatriz y comenzará una nueva historia.
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