Como la lluvia

Eres como la lluvia, tan anhelada cuando no está, tan apreciada y tan amada cuando llega.

Era un mes de tardes de sol un poco calurosas, tranquilas y despejadas, todo era perfecto, no esperaba nada ni a nadie; de vez en cuando llovía, a veces suave, a veces fuerte, en ocasiones me mojaba, pero no tardaba en volverme a secar.

Ese día yo no esperaba la lluvia, ni siquiera traía paraguas, pero de la nada comenzó a lloviznar, no con la intensión de escampar, aquella llovizna comenzó a endurecer, cada vez era más fuerte, tan fuerte que mojó mi corazón y lo dejó húmedo para siempre.

Desde ese día hasta hoy se convirtió en una lluvia intermitente, que a veces se ausentaba, otras veces oscurecía mi cielo y ahí se quedaba, al amanecer ya no estaba más, mi cielo era otro, con más luz y con más vida, aún así, preferí siempre las oscuridad de sus noches y la lluvia sin cesar, que la claridad de mis días.

Eres como la lluvia, que cuando no está la extraño como a nadie, pero cuando llega nunca le hago reproche ni reclamo por su demora porque sé que el tiempo es corto y pronto volverá a esfumarse, pronto se irá.

Como quisiera detestar el agua que cae del cielo, pero para mi es imposible, es lo único que me hace sentir viva, es lo más parecido a la magia, es lo más parecido al amor.

Quisiera que te desvanecieras como se desvanecen las gotas de lluvia en mi piel, pero no, traspasas mis poros, mi sistema nervioso, mi sistema linfático, toda mi anatomía, hasta mi sistema óseo, porque es imposible sacar el agua de los huesos.

Quisiera que te evaporaras como el agua cuando está en su punto de ebullición, pero no, respiro y es como si te absorbiera, ya no sé que hacer, cuando creo que ya te olvidado vuelven las nubes a alinearse, dejan de ser azules y blancas; sabes que le temo a las tempestades y ahí apareces tú, disfrazado de lluvia haciéndome creer que no eso no me hará daño, convirtiéndote en mi refugio.

Quisiera odiar la lluvia, para no sentirte, para no recordarte, para no extrañarte, para no amarte tanto, pero cuando llueve, quisiera salir corriendo, soltar mi cabello, despojarme de todos mis miedos, mojarme hasta temblar del frío y que nunca parara de llover, pero la realidad es otra, eres esa lluvia que cuando más feliz estoy de que caiga sobre mi, inexplicablemente se va, mágicamente todo está seco, no deja ni rastro, miro hacia el cielo y está despejado como nunca, pero toda esa humedad y ese vacío queda en mi corazón, con ganas de secarse también, pero no puede ni quiere...

Quisiera ser impermeable y que tus gotas no pudieran siquiera rozarme, pero es que llovió tanto que sentí que el agua se desbordó en mis ojos, porque dentro de ellos no paraba de llover.




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