ANTONIA
Una mujer en la cárcel
-Creo ya que es de noche.
- ¿Por qué lo dudas?
-Porque no puedo ver la luna o las estrellas, ni siquiera el cielo para saber si esta vez salieron o se quedaron en casa.
-No entiendo.
-Nunca lo entenderás.
-Si me explicas, tal vez...
-No tengo ventanas y la puerta está sumamente lejos, además no hay forma alguna de que se cuele una gota de luz por algún orificio, me siento encarcelada.
- ¿Por qué dices eso si nunca has estado en una cárcel?
-Es lo más parecido.
- ¿Lo más parecido? ¿Acaso has pasado al menos una noche en una cárcel?
-No, pero Antonia sí.
- ¿Antonia? ¿Quién es Antonia?
-Antonia, es la madre del pequeño Esteban y la pequeña Susana.
... (Silencio)
-Sé que sigues sin entender...
Antonia, pasó 2 largos años de su vida en prisión, me decía que lo más parecido a la luz del día eran los ojos de sus dos 'criaturas', como ella les llamaba, y lo más parecido a una noche llena de estrellas eran los latidos de sus dos corazones.
- ¡Espera un momento!, ¿estaba en prisión con sus dos niños?
-No eran dos niños, era un niño y una niña.
-Está bien, ¿con su niño y su niña?
-Sí, cuando entró a la cárcel Esteban acababa de cumplir 2 añitos y estaba esperando a Susana.
- ¡Oh por Dios! ¡Qué tragedia!
-No, la tragedia vino después.
-Comencé a ir cada domingo, llevaba ropa, comida y mi voz.
Cada vez lo hacía con menos frecuencia, pero no por desinterés, estaba sufriendo ataques de pánico por la carga emocional que regresaba conmigo a casa luego de visitar a las reclusas.
-Entonces, ¿dejaste de ir?
-Nunca. Aún el domingo que no voy, siento mi alma allá.
Hace un mes exactamente salió Antonia de la cárcel, mi esposo y yo logramos que le dieran libertad condicional y que bienestar familiar no le quitara a sus dos 'criaturas'.
- ¿Tu esposo?
-Sí, mi esposo, ¿por qué de todo lo que te acabo de decir lo más relevante para ti fue el haber mencionado 'esposo'? Sí, cuando te fuiste me casé, ahora soy muy feliz.
-Lo siento mucho; pero, me alegra mucho que tu amiga esté libre con sus dos... Con su niño y su niña.
-No, no es mi amiga, es una mujer que conocí en la cárcel.
-Ok. ¿Qué pasó después?
-... Pasó que Antonia, sigue estando presa.
-Noooo, ¡espera!, barájamela más despacio, ¿cómo es eso de que está libre, pero sigue estando presa?, ahora sí que no entiendo nada.
-Tranquilo, Guillermo, para mí es normal que nunca entiendas nada a la primera.
-Sí, he sido torpe desde mi primera caída de la cama. Pero, sígueme contando.
-Jajaja, ok.
Antonia, ahora es presa del sistema, no precisamente del sistema judicial, sino, del sistema social, ese que también juzga y en ocasiones peor.
(Guillermo, se queda pensativo)
-... Sí, Guille; Antonia es presa del desempleo, del rechazo por ser una ex presidiaria, es presa de no tener el alimento diario para sus dos 'criaturas'.
Por fortuna doña Rosalba le paga el kínder a Esteban, Susanita aún está muy pequeña, pero ambos aguantan mucha hambre.
También es presa del amor, quien le juró amor eterno también la abandonó, -así como a mí-, la diferencia es que ella no ha vuelto a ser feliz, el papá de Esteban murió y el de Susana también está en la cárcel, no se sabe nada de él.
… (Suspira y enmudece).
-No te calles, quisiera que continúes, no creo que seas tan feliz como lo dicen tus frías palabras, quiero saber todo de Antonia, todo de ti, todo de tu noche, ¿es posible?
La llamada se corta.
El teléfono repica durante una hora, pero ya no hay quien lo conteste.
To be continue...
- ¿Por qué lo dudas?
-Porque no puedo ver la luna o las estrellas, ni siquiera el cielo para saber si esta vez salieron o se quedaron en casa.
-No entiendo.
-Nunca lo entenderás.
-Si me explicas, tal vez...
-No tengo ventanas y la puerta está sumamente lejos, además no hay forma alguna de que se cuele una gota de luz por algún orificio, me siento encarcelada.
- ¿Por qué dices eso si nunca has estado en una cárcel?
-Es lo más parecido.
- ¿Lo más parecido? ¿Acaso has pasado al menos una noche en una cárcel?
-No, pero Antonia sí.
- ¿Antonia? ¿Quién es Antonia?
-Antonia, es la madre del pequeño Esteban y la pequeña Susana.
... (Silencio)
-Sé que sigues sin entender...
Antonia, pasó 2 largos años de su vida en prisión, me decía que lo más parecido a la luz del día eran los ojos de sus dos 'criaturas', como ella les llamaba, y lo más parecido a una noche llena de estrellas eran los latidos de sus dos corazones.
- ¡Espera un momento!, ¿estaba en prisión con sus dos niños?
-No eran dos niños, era un niño y una niña.
-Está bien, ¿con su niño y su niña?
-Sí, cuando entró a la cárcel Esteban acababa de cumplir 2 añitos y estaba esperando a Susana.
- ¡Oh por Dios! ¡Qué tragedia!
-No, la tragedia vino después.
-Comencé a ir cada domingo, llevaba ropa, comida y mi voz.
Cada vez lo hacía con menos frecuencia, pero no por desinterés, estaba sufriendo ataques de pánico por la carga emocional que regresaba conmigo a casa luego de visitar a las reclusas.
-Entonces, ¿dejaste de ir?
-Nunca. Aún el domingo que no voy, siento mi alma allá.
Hace un mes exactamente salió Antonia de la cárcel, mi esposo y yo logramos que le dieran libertad condicional y que bienestar familiar no le quitara a sus dos 'criaturas'.
- ¿Tu esposo?
-Sí, mi esposo, ¿por qué de todo lo que te acabo de decir lo más relevante para ti fue el haber mencionado 'esposo'? Sí, cuando te fuiste me casé, ahora soy muy feliz.
-Lo siento mucho; pero, me alegra mucho que tu amiga esté libre con sus dos... Con su niño y su niña.
-No, no es mi amiga, es una mujer que conocí en la cárcel.
-Ok. ¿Qué pasó después?
-... Pasó que Antonia, sigue estando presa.
-Noooo, ¡espera!, barájamela más despacio, ¿cómo es eso de que está libre, pero sigue estando presa?, ahora sí que no entiendo nada.
-Tranquilo, Guillermo, para mí es normal que nunca entiendas nada a la primera.
-Sí, he sido torpe desde mi primera caída de la cama. Pero, sígueme contando.
-Jajaja, ok.
Antonia, ahora es presa del sistema, no precisamente del sistema judicial, sino, del sistema social, ese que también juzga y en ocasiones peor.
(Guillermo, se queda pensativo)
-... Sí, Guille; Antonia es presa del desempleo, del rechazo por ser una ex presidiaria, es presa de no tener el alimento diario para sus dos 'criaturas'.
Por fortuna doña Rosalba le paga el kínder a Esteban, Susanita aún está muy pequeña, pero ambos aguantan mucha hambre.
También es presa del amor, quien le juró amor eterno también la abandonó, -así como a mí-, la diferencia es que ella no ha vuelto a ser feliz, el papá de Esteban murió y el de Susana también está en la cárcel, no se sabe nada de él.
… (Suspira y enmudece).
-No te calles, quisiera que continúes, no creo que seas tan feliz como lo dicen tus frías palabras, quiero saber todo de Antonia, todo de ti, todo de tu noche, ¿es posible?
La llamada se corta.
El teléfono repica durante una hora, pero ya no hay quien lo conteste.
To be continue...
La llamada insistente de Guillermo
Al poco tiempo una nueva familia se mudó a la que era nuestra casa, tal fue su cansancio de contestar y repetir con insistencia: "Ella, ya no vive aquí..." "No tenemos modo de contactarla", decidieron cambiar el abonado telefónico.
16 de diciembre de 2019
Ocho meses después... Eran las 9:45 p. m. Timbra mi móvil.
"Aló" - contesto en voz baja.
Hugo, voltea a mirarme y pregunta enfurecido - ¿quién rayos llama a esta hora?
¡No lo sé!, - respondí tajante-, a pesar de todo lo que me había hecho nunca le demostré miedo, aunque por dentro mi alma temblaba.
Al otro lado de la línea escucho una voz: - "Perdón, perdón por llamarte otra vez, quedé muy preocupado desde la última vez que hablamos, me costó mucho encontrar tu número de móvil. Perdón por la hora, te volveré a llamar".-
Colgó la llamada.
Hugo, voltea a mirarme y pregunta enfurecido - ¿quién rayos llama a esta hora?
¡No lo sé!, - respondí tajante-, a pesar de todo lo que me había hecho nunca le demostré miedo, aunque por dentro mi alma temblaba.
Al otro lado de la línea escucho una voz: - "Perdón, perdón por llamarte otra vez, quedé muy preocupado desde la última vez que hablamos, me costó mucho encontrar tu número de móvil. Perdón por la hora, te volveré a llamar".-
Colgó la llamada.
Era él, era Guillermo, quien aun después de tantos años permanecía en mis recuerdos. No pude pronunciar una sola sílaba.
Hugo me miraba con furia, como nunca, o como siempre, por más dolor que me causara ya me había acostumbrado.
Tomó mi teléfono del buró, devolvió la llamada al último número y en tono amenazante dijo: - Si vuelves a llamar a mi mujer, juro que te busco y acabo con tu vida-. Hugo colgó el teléfono y de inmediato borró la llamada; durante semanas no me habló, a decir verdad, me sentía mejor siendo ignorada por él a que me dijera una sola palabra.
Al mes siguiente fue él quien recibió mi factura telefónica, la pagó y quemó el recibo con la finalidad de que yo no pudiera obtener el número del que me había llamado Guillermo. Pero si de algo estaba segura, era que aunque cambiara de línea telefónica, él volvería a llamar, y yo, esperaría con ansias ese momento.
Alguien en algún momento tendrá que saber todo el infierno que he vivido durante años con Hugo.
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